Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO".
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: "HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA". Intrigado, el amigo preguntó que por qué después que te lastimé escribiste en la arena... y ahora escribes en una piedra?".
Sonriendo, el otro amigo respondió;: "Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargan de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón... donde viento ninguno en todo el mundo podrán borrarlo".
APRENDE A ESCRIBIR TUS HERIDAS EN LA ARENA Y A GRABAR TUS ALEGRÍAS EN LA PIEDRA.
Cerro de Pasco y es la
quinta de nueve hermanos.
Desde muy pequeña trató de
salir adelante y escapar de
un entorno de violencia y
familiar. Si bien, su padre se
esforzaba trabajando en una
reconocida mina para mantener a su familia, él
descuidaba el amor fraternal que necesitaba su hogar.
Cada fin de semana su padre gastaba casi todo el dinero
que ganaba en diversiones banales, lo que obligaba a su
madre a trabajar arduamente para suplir las necesidades
suya y de sus hermanos.
El corazón de la pequeña Jovita guardaba mucho dolor y
resentimiento. Su hermana mayor escapó con un
muchacho y la furia de su padre incluso lo hizo decir que
“las mujeres no sirven”.
Saliendo de la escuela consigue trabajar, generando un
ingreso más para su familia. Sin embargo, los
problemas continuaban por casa.
Es así que encontró refugio emocional en un profesor
del colegio, a quien le contaba sus problemas. Este le
propuso escaparse con ella, casarse con ella y que él la mantendría.
Luego de unos días, el profesor llegó a su casa
totalmente ebrio y le dijo a su padre: “Yo me voy a casar
con tu hija”.
El padre de Jobita decidió enviarla a la ciudad de Lima.
Ella sufría porque sabía de los constantes golpes que
recibía su madre por parte de su padre.
Vivió junto a su tía, y comenzó a
trabajar. Entre sus múltiples empleos,
llegó a laborar en una casa de
estadounidenses donde la apoyaron en
terminar sus estudios.
En medio de una vida juvenil llena de libertinaje, Jobita
no imaginaba que su abuela estaba orando por ella.
Al pasar el tiempo, su hermano recibe a Cristo, y
comenzó a predicarle sobre aquel Dios vivo que había
conocido.
Es así que Jovita empezó a asistir al templo sólo los
domingos, sin compenetrarse tanto, porque creía que
Dios no había hecho nada para librar a su hogar de la
destrucción.
Las amistades la invitaron a una discoteca donde iban a
consumir drogas. Ella pensó que eso la ayudaría a
olvidar sus tristezas.
Cuando salía esa tarde para reunirse con sus amigas, un
auto la atropelló. Sentía que su alma descendía a lo más
profundo y sólo atinó a decirle a Dios: “Dame una
oportunidad, dame una oportunidad”.
Al despertar estaba en el Hospital Hipólito Unánue y su
hermano convertido a Cristo fue el único que llegó al
nosocomio a cuidar de ella.
Parecía que todo iba a cambiar, Jovita había dispuesto
su corazón para seguir a Cristo, pero no perseveró.
La voz de Dios
Viajó a la sierra y conoció a alguien con quien planificó
casarse. Pero la muerte de su madre cambió todos los
planes.
Con el transcurrir de los días, una joven se comunicó
con ella y le informó que estaba embarazada de su
entonces novio. Jobita decepcionada corrió al puente
más próximo para lazarse y terminar con su vida. Es ahí
donde escucha una voz dulce quien le dice: “No lo
hagas”. Ella queda paralizada y regresó a su casa entre
lágrimas.
Desde ese día comenzó a buscar a Dios y en el trabajo
sintonizó un canal donde se trasmitía la Hora de la
Transformación con el reverendo Rodolfo González Cruz
quien dijo estas palabras: “Tú que quieres suicidarte, tú
que has probado muchas cosas… acércate a Cristo”, y
ella llorando abrió su corazón, fue a la casa de Dios y
entregó su vida al Jesucristo.
Desde esa tarde rompió con todo compromiso secular y
junto a su hermano ayudó a criar a sus cuatro hermanos
menores.
Hasta el momento el Todopoderoso le ha mostrado que
sigue siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos porque
él es un Dios de amor, ella ha prosperado y tiene muchos
planes personales y espirituales para su vida.
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