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domingo, 15 de abril de 2012

CUANDO UN AMIGO TE SALVA LA VIDA.... Y DIOS ME SALVÓ LA VIDA.



Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO".
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: "HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA". Intrigado, el amigo preguntó que por qué después que te lastimé escribiste en la arena... y ahora escribes en una piedra?".
Sonriendo, el otro amigo respondió;: "Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargan de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón... donde viento ninguno en todo el mundo podrán borrarlo".

APRENDE A ESCRIBIR TUS HERIDAS EN LA ARENA Y A GRABAR TUS ALEGRÍAS EN LA PIEDRA.


Jovita Mandujano nació en
  Cerro de Pasco y es la
 quinta de nueve hermanos.
Desde muy pequeña trató de
 salir adelante y escapar de 
un entorno de violencia y 
familiar. Si bien, su padre se 
esforzaba trabajando en una 
reconocida mina para mantener a su familia, él 
descuidaba el amor fraternal que necesitaba su hogar.
Cada fin de semana su padre gastaba casi todo el dinero 
que ganaba en diversiones banales, lo que obligaba a su 
madre a trabajar arduamente para suplir las necesidades 
suya y de sus hermanos.
El corazón de la pequeña Jovita guardaba mucho dolor y 
resentimiento. Su hermana mayor escapó con un 
muchacho y la furia de su padre incluso lo hizo decir que 
“las mujeres no sirven”.
Saliendo de la escuela consigue trabajar, generando un
 ingreso más para su familia. Sin embargo, los 
problemas continuaban por casa.
Es así que encontró refugio emocional en un profesor 
del colegio, a quien le contaba sus problemas. Este le 
propuso escaparse con ella, casarse con ella y que él la mantendría.
Luego de unos días, el profesor llegó a su casa 
totalmente ebrio y le dijo a  su padre: “Yo me voy a casar
 con tu hija”.
El padre de Jobita decidió enviarla a la ciudad de Lima.
Ella sufría porque sabía de los constantes golpes que
 recibía su madre por parte de su padre.
Vivió junto a su tía,  y comenzó a 
trabajar.  Entre sus múltiples empleos, 
llegó a laborar en una casa de 
estadounidenses donde la apoyaron en 
terminar sus estudios.
En medio de una vida juvenil llena de libertinaje, Jobita 
no imaginaba que su abuela estaba orando por ella.
Al pasar el tiempo, su hermano recibe a Cristo,  y
 comenzó a predicarle sobre aquel Dios vivo que había
 conocido.
Es así que Jovita empezó a asistir al templo sólo los 
domingos, sin compenetrarse tanto, porque creía que 
Dios no había hecho nada para librar a su hogar de la 
destrucción.
Las amistades la invitaron a una discoteca donde iban a
 consumir drogas. Ella pensó que eso la ayudaría a 
olvidar sus tristezas.
 Cuando salía esa tarde para reunirse con sus amigas, un 
auto la atropelló.  Sentía que su alma descendía a lo más 
profundo y sólo atinó a decirle a Dios: “Dame una 
oportunidad, dame una oportunidad”.
Al despertar estaba en el Hospital Hipólito Unánue y su
 hermano convertido a Cristo fue el único que llegó al
 nosocomio a cuidar de ella.
Parecía que todo iba a cambiar, Jovita había dispuesto 
su corazón para seguir a Cristo, pero no perseveró.
La voz de Dios
Viajó a la sierra y conoció a alguien con quien planificó 
casarse. Pero la muerte de su madre cambió todos los 
planes.
Con el transcurrir de los días, una joven se comunicó 
con ella y le informó  que estaba embarazada de su 
entonces novio. Jobita decepcionada corrió al puente 
más próximo para lazarse y terminar con su vida. Es ahí 
donde escucha una voz dulce quien le dice: “No lo 
hagas”. Ella queda paralizada y regresó a su casa entre 
lágrimas.  
Desde ese día comenzó a buscar a Dios y en el trabajo 
sintonizó un canal donde se trasmitía la Hora de la 
Transformación con el reverendo Rodolfo González Cruz 
quien dijo estas palabras: “Tú que quieres suicidarte, tú 
que has probado muchas cosas… acércate a Cristo”, y 
ella llorando abrió su corazón, fue a la casa de Dios y 
entregó su vida al Jesucristo.
Desde esa tarde rompió con todo compromiso secular y 
junto a su hermano ayudó a criar a sus cuatro hermanos 
menores.
Hasta el momento el Todopoderoso le ha mostrado que 
sigue siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos porque 
él es un Dios de amor, ella ha prosperado y tiene muchos 
planes personales y espirituales para su vida.

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