Nos dan un sorbito de vez en cuando, un sorbito con el que tenemos que ir llenándola, gota a gota, todos los días, para sobrevivir.
No te la pases gimiendo tus desgracias, pronosticando tragedias imaginarias, o asustado por males, que probablemente nunca lleguen.
Nacemos para luchar por la felicidad, para crearla, para construirla a pesar de tristezas, desencantos, errores, malas jugadas e irremediables imprevistos.
La felicidad no se encuentra en bienes y placeres.
Se actúa bien y ella sola se va presentando.
La felicidad no es estar añorando todo lo que nos falta, sino acoplarnos a todo: lo que tenemos y lo que no tenemos.
No vendas tu felicidad...
¡regálala!
No busques fórmulas sencillas, ni baratas para tenerla.
Ingredientes de la felicidad:
Compartir lo que tienes.
Amar sin exigencias.
Perdonar sin cicatrices.
Aceptar sin perfecciones.
Agradecer lo que te dan.
¡Y no rendirte nunca!.
Todo tiene que ir armonizando:
Del panal, un poquito de miel.
Del mar, un poquito de sal.
De la vida, un toque de optimismo.
De la imaginación, sueños.
Del dolor, raíces fuertes.
Y de la fe, solidez de roca.
Porque no sabemos cómo llenar nuestra copa.
Porque no damos a la vida todo lo que podemos darle y
Esperamos, a veces ingenuamente, que la vida nos regale, pero sin pagar el precio.
¿Por qué no somos felices?
No olvidemos que la mejor manera de ser feliz, es: Ocuparse de que otros lo sean, dar sin esperar,
servir con mucho AMOR y por AMOR. Demos mucho de nosotros y la felicidad llegará sola. Llenemos nuestra copa y deleitémonos, siendo...
¡FELICES!
Salmos 90:14
"Dios nos da grandes alegrías cada día".
"Dios nos da grandes alegrías cada día".
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