La amistad no se conquista, no se impone se cultiva y se abona con pequeños detalles de cortesía, ternura y lealtad, se riega con aguas vivas del desinterés y de cariño silencioso. El recuerdo del amigo lejano, del amigo de niñez o de juventud produce la íntima alegría de a vernos conocido.
La felicidad del amigo nos da felicidad, sus penas se vuelven nuestras porque hay un maravilloso lazo invisible que nos une a los amigos.
La amistad es bella, sobre toda la ponderancia.
La amistad es la “familia” con la que elegimos compartir todos los momentos de la vida y que pase el tiempo que pase siempre están en nuestro corazón...
Cuando una amistad se ha fortalecido con el tiempo y las experiencias buenas y malas, esa amistad llega a crecer al grado de convertirse en una relación filial, es decir, la unidad y el vínculo que crea la hermandad. El hermano lleva la misma sangre pero el amigo convertido en hermano se ha unido por la sangre y el corazón, el alma misma.
Cuando una amistad se ha fortalecido con el tiempo y las experiencias buenas y malas, esa amistad llega a crecer al grado de convertirse en una relación filial, es decir, la unidad y el vínculo que crea la hermandad. El hermano lleva la misma sangre pero el amigo convertido en hermano se ha unido por la sangre y el corazón, el alma misma.
Amig@ es...
Aquel quien, cuando te vas, te extraña con tristeza
Aquel quien, a tu retorno, te recibe con alegría
Aquel cuya irritación jamás se deja notar
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Aquel quien más pronto da que pide
Aquel quien es el mismo hoy y mañana
Aquel quien compartirá tu pena igual que tu alegría
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Aquel quien siempre está dispuesto a ayudar
Aquel cuyos consejos siempre fueron buenos
Aquel quien no teme defenderte cuando te atacan
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Dios bendice la amistad sincera...
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