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domingo, 2 de junio de 2013

CUANDO LE PIDES A DIOS, QUE ALIVIANE TU CARGA...ES UN RENACER A LA VIDA.


Un hombre iba por un camino con un pesado 

costal de papas sobre sus espaldas. Caminaba 

lenta y sufridamente, pero no soltaba su carga 

Dios, que lo veía, le preguntó: "¿Hacia dónde 

vas con ese costal de papas?". El hombre miró 

hacia el cielo y le respondió insolentemente: 

"¿Por qué me preguntas si tú lo sabes todo?". 

Con una sonrisa benevolente, le dijo Dios: 

"Porque quiero que me lo digas"...

En otro lugar, alejado de allí, otro hombre iba 


por otro camino cargando una pesada carretilla 

llena de ladrillos y Dios, que lo veía le preguntó:

 "¿Hacia dónde vas con esa carretilla?". El 

hombre miró hacia arriba y respondió: "Voy al 

pueblo". Dios le dijo: "¿Quiéres que te ayude 

con esa carga?". El hombre le contestó: "Puedo 

solo"...

En otro lugar,  al otro lado del mundo, un 


hombre iba por un camino, arrastrando un 

montón de leña atado con una cuerda Dios, que 

lo veía, le dijo: "¿Hacia dónde vas con esa 

leña?". El hombre respondió: "La llevo a mi casa

 al otro lado de ese cerro". "Es lejos-le dijo Dios-

 ¿Quiéres que te ayude?". El hombre, accedió y 

Dios bajó del cielo, tomó la cuerda y cargó la 

leña a sus espaldas. Poco habían caminado, 

cuando el hombre le quitó la leña a Dios y la 

volvió a cargar él mismo. Dios siguió caminando 

a su lado de todas maneras y un kilómetro más 

adelante, el hombre le volvió a entregar la leña 
 que El la cargara. Pero, más adelante, el 

hombre se la volvió a quitar al Señor y la cargó 

nuevamente y así siguió a lo largo del camino...

En otro lugar, muy lejos de allí, otro hombre iba 


por un camino llevando un pesado costal de 

arena. Dios, que lo veía, le dijo: "¿Hacia dónde 

vas con ese costal de arena?". El hombre 

respondió: "Tengo que llevárselo a mi patrón, 

que vive a 5 Km....de aquí". Le dijo Dios: 

"¿Quiéres que te ayude?". El hombre sonrió y le 

dijo: "¡Oh sí Señor, yo ya no puedo con esta 

carga!" y se la entregó. Siguieron caminando y 

el hombre le iba contando a Dios alegremente 

de su vida, de su familia y de su trabajo. Le 

hacía preguntas, le pedía opiniones, en , el

hombre y Dios, conversando y conversando, 

llegaron al destino. El hombre ya no se había 

acordado más de su carga. El Señor mismo 

cumplió la encomienda de entregársela al 

patrón de aquel hombre. El hombre agradeció 

mucho la ayuda y el Señor le dijo que siempre 

que lo necesitara estaría allí para ayudarlo, solo 

tendría que decírselo y El lo escucharía. Así, el 

hombre se fue muy contento a su casa y le contó

 a su mujer de la maravillosa experiencia que 

había tenido y de lo bien que se sentía porque 

no se había cansado nada ese dia  ya que Dios 

había sido quien había cargado ese pesado saco

 de arena por él...

¿Con cuál de estos cuatro hombres te sientes 


identificado(a)? ¿Eres como el primero que 

cuando tienes problemas y cargas, no tomas en 

cuenta a Dios o no quiéres tomarte la molestia 

de contárselo?...O ¿eres como el segundo 

hombre, orgulloso y soberbio, que no acepta 

la ayuda de nadie?. (A veces Dios quiere 


mandar la ayuda a través de alguno de sus 

hijos pero por nuestro orgullo, no queremos 

decir nada a nadie de la congregación).



O ¿eres como el tercer hombre, que entrega 

scarga a Dios, pero en realidad su fe no es

 tan grande como para olvidarse de ella 

decide volverla a cargar él mismo una y 

otra vez? 

O ¿eres como el cuarto hombre que 

humildemente y con alegría acepta la ayuda 

de Dios y se olvida de su carga hasta el final 

del camino, porque confía en que El puede 

con esa carga, al punto de que él ya no tiene 

que preocuparse más por ella?...

Mucha gente que está en problemas y se dice

creyente, no sabe descansar en Dios. Le piden a 

Dios, se lamentan con Dios, le lloran a Dios, 

pero no le sueltan su carga. Piensan que ellos

son los que deben seguir soportando su peso. 

Por qué cuando tenemos problemas y nos 

decimos creyentes, seguimos cargando con 

ellos? ¿Por qué a veces le decimos: "Señor, te 

entrego mis cargas", pero igual seguimos 

cargándolas nosotros?. Debemos seguir el 

ejemplo del cuarto hombre, dejar que Dios nos 

ayude con toda nuestra carga y descansar en El,

esto quiere decir que simplemente ya no nos 

vamos a acordar de ella, que ya no vamos a 

sentir su peso, ¡porque ese peso lo está 

llevando el Señor!. Muchas veces cuando un 

hermano se encuentra en dificultades, le 

decimos que esté tranquilo, que deje todo e

manos del Señor, que Él le dará paz en medio de

 la tormenta, lo decimos muy fácilmente, pero, 

cuando las dificultades las tenemos nosotros 

mismos, nos retorcemos las manos, nos 

llenamos de ansiedad, nos desesperamos, en 

fin, ¡no practicamos lo que predicamos!. 



Necesitamos cambiar esa actitud, necesitamos 

ser cristianos convencidos de que Dios cumple 

Sus promesas.