POEMAS Y PENSAMIENTOS A LA MADRE Y DE LA MADRE.

Mamita:
Como ha pasado el tiempo, ahora tengo 19 años, estoy creciendo día a día, madurando y dándome cuenta de todas las cosas que están pasando a nuestro alrededor. He sido muy feliz contigo, hemos pasado altos y bajos. Pero nunca olvidare aquella noticia que me entregaste cuando no querías decirme... ¡Que tenias Cáncer en tus huesos!
Mi mundo se ha derrumbado, pero sé que tengo que salir adelante por mis sueños y los tuyos. Siempre has deseado que sea superior. Te juro que todos los días de mi vida me esfuerzo. Pero mi vida ya no es la misma, desde aquel día trato de mostrarme ante ti, una mujer feliz, pero no es así, no sabes la pena que estremece mi corazón en pensar que más a futuro no estarás junto a mí… Quizás solo Dios sabe…
Disfruta de tus nietos... Respecto a mi hermano, tú, la única persona capaz de comprenderlo... Algún día madurará. Ahora sólo me queda compartir hasta que Dios disponga de nuestras vidas. Y ten fuerza mamita, sé que esos dolores que sientes en las noches son terribles.
Pero no se compararan con el dolor que me dejarás si no luchas por tu vida.
Eres un pilar fundamental en mi vida y no quiero que te vayas nunca de mi lado. Te amo por sobretodo las cosas.
A ESA BELLA MUJER

A esa bella mujer que noche a noche estudia conmigo, que día a día viaja conmigo por las mañanas a mi centro de enseñanzas. Esa bella mujer que hoy describo, y que no le importa desvelarse con tal de estar conmigo en las buenas y en las malas, esa mujer es mi madre.
Ella que día a día me lava, me plancha, me cocina y que a veces deja de comer por darme a mí. Fuente de mi vida, de mis ganas de vivir. Ella me abraza, me consiente, me besa, me ayuda y sobre todo vive conmigo la vida.
Ella que en ningún momento dudó en darme un amor de madre, pendiente de mí en los golpes y tropiezos de mi vida. La hermosa, tierna y bella imagen de mi madre la llevo en mi pensamiento, en mi alma y en mi corazón. Ángel de mi guarda, guía de mis caminos y luz de mis senderos, no te apartes de mí nunca madre mía.

Ella que con su sufrimiento me ha enseñado las lecciones de la vida. Me ha enseñado a caminar, a levantarme cuando me caigo, y sobre todo aprender de mis errores. Le doy un millar de gracias a Dios por darme una madre tan buena, tierna y dulce y el de permitirle de estar más tiempo junto a mí, mil gracias Dios mío.